lunes, 19 de noviembre de 2012

Mis amigos del Chocó

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Me cuentan que viven en un paraíso, en la "tierra más mejor de mundo" donde hay mar, interminables playasselva, manglares, tortugas, aves y hasta ballenas. La semana pasada dejaron su querido y mi querido Chocó para subirse por primera vez en su vida a un avión y plantarse en Bogotá a mostrarnos lo que mejor saben hacer: bailar. ¡Y madre mía cómo bailaron! Ni el cansancio del viaje, ni el mal de altura, ni el mareo por montar por primera vez en carro, ni el ritmo frenético de la ciudad, ni nada de nada pudo con estos pequeños grandes artistas de Nuquí que se dejaron la piel en el Hub de Bogotá donde participaron, acompañados de un excelente grupo musical, en el evento del lanzamiento de la Marca Utría, organizado por la Corporación Mano Cambiada y su directora Josefina Klinger, una mujer de armas tomar de la que os hablaré otro día.

Ver bailar una cumbia, una polca o un abozao en el Chocó os aseguro que es una experiencia única pero si los que bailan son mis amigos de la foto la experiencia puede llegar a convertirse en algo místico: qué ritmazo, qué simpatía, que profesionalidad, vaya manera de mover los pies, y esos movimientos de cadera y los trajes y vestidos... Os puedo asegurar que yo no fui la única que quedó embobada; todavía resuenan en mi cabeza los aplausos que recibieron en el Hub con cada uno de sus bailes. Enhorabuena campeones; así se baila. 

En Bogotá bailaron mucho, y muy bien, pero también tuvieron tiempo para descubrir la ciudad. ¿Qué es lo que más os ha gustado? les pregunté: el Palacio Presidencial, los edificios tan altos, la Plaza Simón Bolívar, los uniformes para el colegio de los niños, ir al cine. ¡Ah! Y las hamburguesas y las papas fritas que Dani Meroño, El cocinero viajeronos preparó en su restaurante Chamberí, y la clase de yoga que Juli nos dio en Natural Yoga donde aprendimos a hacer la postura de la rana y la tortuga. Y es que han sido muchas las personas que han colaborado para hacer posible el viaje de estos niños que ya están de vuelta en casa, a los que llevo en mi corazón y a los que pronto iré a visitar a ese pedacito de cielo en el que viven.

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